martes, 29 de mayo de 2012

Shhhhhhht

Buenas, hoy hablaré bajito porque os escribo desde mi refugio, ¿vale? Os escribo desde mi habitación, el lugar donde me refugio con mi soledad. Donde me escondo de todo lo que me da miedo o me sobrepasa, donde no me hace falta fingir que soy valiente. Y es el único lugar perfecto, porque aunque puedo pasarlo muy mal entre recuerdos, a la vez es el único lugar donde me siento a salvo. Tiene algo, mágico quizás. Las paredes absorben años de recuerdos... frases, canciones, conversaciones, lágrimas, sonrisas, sueños. Y por eso cada noche rompo a llorar por dentro, recordando todo lo que pasó o todo lo que jamás pasó. Todos los abrazos que me dieron cuando más lo necesitaba y todos los que no. Las palabras que más me dolieron y esas que marcaron mis momentos más felices. Cada sonrisa y cada bofetada. Cada mirada de complicidad y de burla, cada chiste malo y cada cotilleo. Cada una de las coreografías que he aprendido a lo largo de mi vida. Cada uno de los libros y películas que me aportaron algo. Y en especial, cada una de esas personas que han formado mi vida, que me han ido formando a mí. Todo, cada noche, sale a flotar por mi habitación y lo inunda todo... Y yo me mareo entre tanto recuerdo, tanta palabra, mirada, sonrisa y sueño.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Promises

¿Recordáis eso de seguir luchando por vuestros sueños y blablabla? Pues yo no. Ayudadme por favor, las esperanzas ya ni me encuentran. Ya no hay nadie que me suelte un "todo irá bien" o un simple "tranquila, esto pasará pronto". Ya no hay nadie a quien le preocupe mi sonrisa, por lo tanto, ya no hay motivo para sonreír más. Ya no me preocupa ni a mí. Todas las promesas que me hice de no volver a caer se están desvaneciendo, todas las promesas que fueron ya no están.


martes, 15 de mayo de 2012

Esas mañanas de principios de mayo

cuando te despiertas y los primeros rayos de luz que ves a través del ventanal son distintos. Son distintos a los rayos que llevas viendo cada mañana durante los largos y oscuros meses de invierno. Son unos rayos intrépidos, inquietos, más alegres. Recuerdo aún la primera vez que me percaté de estas enormes diferencias con detalle. Yo cursaba uno de los últimos cursos de primaria en el colegio que hay al lado de mi casa, y como cada mañana, me levantaba temprano para arreglarme e ir andando hacia allí. Era mayo, era una mañana cualquiera. Bueno, no lo era. Era el día de la carrera escolar, esa que organizaban cada año. Yo estaba nerviosa, como todos los niños y niñas de mi clase. Era un día que cortaba un poco con nuestra rutina, un día que nos recordaba que poco faltaba para las deseadas vacaciones. Por ese motivo recuerdo que me desperté temprano, ansiosa. Tenía ganas de saltar de la cama y salir corriendo ya, antes aún de empezar la carrera. Quería salir corriendo a vivir la vida y a comerme el mundo. Y entonces los vi, los rayos de sol de un mayo coqueto. Vi las chispas del verano. Vi como se acercaba lentamente con sus tonos celestes y amarillentos. Me comía, él se me comía a mí. Esa fue la primera vez que los vi, pero no sería la única. Ahora, cada mayo, esos rayos retornan a mí, hipnotizando mis sentidos para volverme loca, esperando el que siempre espero que sea el mejor verano de mi vida...

miércoles, 2 de mayo de 2012

Llueve por dentro

Aquí estoy yo, y tres metros bajo tierra, mis sentimientos. Ocultos al mundo exterior. Agonizando. Muriendo. Aquí estoy yo y no estoy. Medio muerta de la vida, desvelada de cualquier sueño. Aquí estoy yo, viendo caer mi cuerpo. Porque hoy duele, porque hoy, hoy llueve por dentro.