martes, 29 de mayo de 2012

Shhhhhhht

Buenas, hoy hablaré bajito porque os escribo desde mi refugio, ¿vale? Os escribo desde mi habitación, el lugar donde me refugio con mi soledad. Donde me escondo de todo lo que me da miedo o me sobrepasa, donde no me hace falta fingir que soy valiente. Y es el único lugar perfecto, porque aunque puedo pasarlo muy mal entre recuerdos, a la vez es el único lugar donde me siento a salvo. Tiene algo, mágico quizás. Las paredes absorben años de recuerdos... frases, canciones, conversaciones, lágrimas, sonrisas, sueños. Y por eso cada noche rompo a llorar por dentro, recordando todo lo que pasó o todo lo que jamás pasó. Todos los abrazos que me dieron cuando más lo necesitaba y todos los que no. Las palabras que más me dolieron y esas que marcaron mis momentos más felices. Cada sonrisa y cada bofetada. Cada mirada de complicidad y de burla, cada chiste malo y cada cotilleo. Cada una de las coreografías que he aprendido a lo largo de mi vida. Cada uno de los libros y películas que me aportaron algo. Y en especial, cada una de esas personas que han formado mi vida, que me han ido formando a mí. Todo, cada noche, sale a flotar por mi habitación y lo inunda todo... Y yo me mareo entre tanto recuerdo, tanta palabra, mirada, sonrisa y sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario