No sabéis cómo me cuesta escribir cada línea. Como me cuesta simplemente admitirlo. Que le quiero. Que ni a pronunciarlo me atrevo. Que no puedo. Que tengo miedo. Porque me importa demasiado, porque sino no hay motivo por el que me levanto. Que él es cada 'vapuedosoportarlo' que en mi mente anda y en mi corazón no calla. Él es cada noche sin dormir y cada mañana soñando. Cada mentira de mis labios por no querer aceptarlo. Cada final feliz de las películas de Disney que sigo deseando. Cada silencio, cada espacio. Él me da mil vueltas, alrededor del corazón y de lo que no tiene ni nombre. Y aquello que no tiene ni nombre es algo similar al amor, o quizás algo más grande. Es aquello que siempre seguiré teniendo presente conmigo, aunque me cueste admitirlo, aunque me cueste escribirlo.
miércoles, 29 de febrero de 2012
lunes, 27 de febrero de 2012
Jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir
Jugamos a ser humanos.
Nos miramos.
Nos peleamos.
Nos besamos.
Nos sonreímos como los idiotas que somos.
Nos lloramos. Sin lágrimas, sin ni tan solo quisiera palabras.
Somos estúpidos, somos humanos. Sufrimos por nada, sufrimos por todo. Nos gusta sufrir. Odiamos esto del sufrir. No entendemos nada de esta vida o quizás ella no nos entiende a nosotros. Deseamos estar solos y no sabemos estar sin compañía alguna. Queremos ser los mejores y nos asusta la fama y el agobio. Queremos que el amor nos sonría y le ponemos verde a sus espaldas. Nos asusta todo, nos asusta la vida misma. Y lo más importante, nos asusta que nos asuste todo.
domingo, 26 de febrero de 2012
Born to die
Nacemos para morir. Todos y cada uno de nosotros. Nacemos sin saber nada de esto y la vida nos condena a averiguar que este será nuestro destino, hagamos lo que hagamos. Y es entonces y solo entonces cuando nos reta. Cuando descubrimos cuál será nuestro final, que no es otro que la muerte, nos reta a disfrutar de ella, a aprovecharla al máximo. Casi se convierte en una competición contra las otros jugadores. A veces, hasta podría decirse que en una lucha. Y para variar, todo acaba mal. A unos les pierde el juego, los otros son demasiado competitivos, otros no se dignan a seguir las reglas y otros pocos no tienen ganas ni de jugar... Y la vida va pasando y nos va sacando ventaja. Y cuando queremos despegar, ella ya está muy por delante. Y la queremos alcanzar... Y es cuando nos damos cuenta de que no podemos dudar, que no podemos estar sufriendo siempre por el pasado o, peor aún, por el futuro. Debemos arriesgar, usar todas nuestras cartas, apostar. Lo sabemos. Y ahí está el peor de todos los problemas, saberlo, saber perfectamente que debes hacer y aún así no atreverte a apostar por un final, tener miedo a perder... Tener miedo a arriesgarlo todo al mismo número, aún sabiendo que no apostar por ninguno es el peor final, porque entonces es seguro que ya has perdido antes de empezar.
jueves, 23 de febrero de 2012
Perfecto
Era el lugar perfecto. Estábamos en el sitio perfecto. Era el día adecuado, el momento idóneo. Un ambiente perfecto y tu sonrisa perfecta, como siempre. Estabas perfecto. Y yo estaba... yo estaba ahí.
Hubiera podido estar perfecta, me hubiera podido unir al momento, a la perfección de todo aquello, pero no lo hice. Y no fue porque no quisiera, mi corazón chillaba como un loco que quería entrar en esa atmósfera de perfección... pero allí estaba la malvada de mi cabeza con su uso racional poniendo fin a cualquier sueño.
Dos palabras, un sentimiento y valor. Eso era lo que faltaba, valor. Debía haber sacado fuerzas de donde no las había y ser valiente, luchar por mi felicidad. Pero ahora me doy cuenta de que soy una cobarde, de que no tengo ni idea de esto del amor, que no sé ni por dónde empezar... Y me doy rabia, y me da rabia. Y llora por dentro algo en mi interior. Y quiere salir. Y no sé qué hacer. Y seguiré así hasta averiguarlo. Hasta averiguar qué debo hacer para ganarme esa posición privilegiada en el mundo de la perfección, en la casa de la felicidad. Pero si os sirve de algo, prometo luchar.
A veces me quieres
A veces, me miras como si supieras que siento que con esa mirada se terminará el mundo. A veces, tartamudeas al hablarme, como si fueras yo misma al intentar hablarte. A veces, te sonrojas de una manera extraña, te ruborizas casualmente al mismo tiempo que yo. A veces, esbozas la misma sonrisa de idiota que una servidora. A veces, creo ver como me miras a escondidas, o devuelves las miradas que te hago a escondidas. A veces, veo como aguantas tu mirada clavada en mi mirada, nuestros ojos brillantes al hablar, y la apartas con cierta brusca timidez. A veces, me acaricias el pelo y puedo sentir que algo se esconde detrás de cada gesto. A veces, sueltas comentarios de cariño que parecía que quisieras esconder. A veces, me insultas y me pegas con todo el cariño del mundo, como si te fuera la vida en ello. A veces, rozas mi mano y me atrevo a pensar que sientes la misma chispa eléctrica que siento yo. A veces, esto ya muy a veces, me abrazas, y se termina el mundo. A veces, se rozan nuestros labios solo en sueños y deja de ser a veces. A veces creo que tus a veces son un poco más como mis a veces de lo que a veces creo. A veces pienso que me quieres un poco de verdad y todo, y nunca dudes que yo, ni a veces, ni nunca, ni jamás, yo siempre te quiero.
Las gafas de la locura
Lo confieso, yo también he llorado desde las gafas de la locura. Desde esos cristales empañados de la alegría del recuerdo, de esos vidrios que ocultan profundos secretos. Sí, he llorado desde allí. Y sí, he pecado como todos los que han llorado desde esas gafas. Unas gafas que reflejan el instante y no son capaces de mostrarte nada más que disfrutar del presente. Entonces lo ves todo muy claro, nítido, o eso te parece, y cometes la locura sin pensar en consecuencia alguna. Y cometida queda. Después viene cuando se empañan las gafas... y caen las lágrimas. Caen destrozadas por la impotencia. Caen sin motivo, caen sin saberlo. Pero eso no es lo peor. Lo peor llega cuando las lágrimas se secan y se vuelven locas, ya no las gafas, sino las lágrimas. Ni ellas saben dónde ir. No sabes dónde ir. No tienes dónde ir. La locura te abandonó y la sensatez huye de ti. No encuentras solución. Y lo más gracioso es que lo único que necesitas son unas gafas nuevas. Lo difícil es encontrar la dirección de la óptica...
Precioso, bonito, como lo que nunca pasó
Había una vez, una chica de ideas gigantes y loco corazón. Esa chica conoció a un chico. La típica frase, chica conoce chico, chico conoce chica. Pero esta no fue una historia de amor. Nunca se dijeron nada, todo lo sintieron. Se enamoraron, él sin saberlo, ella amándolo a escondidas todo el tiempo. Se dibujaron sonrisas, compartieron palabras con miradas parlantes. Jugaron a no saber qué pasaba. Y ella, perdió. Perdió por conocer la fórmula de lo que pasaba, no sabía ignorarla como él. Y es que resulta que el juego consistía en seguir ese camino sin adivinar dónde llegaba. El primero que lo acertara, perdía. ¿Y qué perdía? Es sencillo, perdía el corazón. Pero eso era algo que también desconocían.
Pues así fue como esa chica descubrió que se trataba de amor, que era una historia de estas de las que veía en las películas la que la llamaba cada noche en la puerta de sus sueños. Lo entendió todo a la vez que se daba cuenta de que había perdido y que, de esa forma, había puesto fin al juego. Un juego que duró lo que duró, pero que, sin ni siquiera llegar a nada, fue lo más bonito que vivirían. Siempre sería su primer amor, aquel que más tarde también acabaría admitiendo él.
Ahora la cosas han cambiado, ella se pone roja como la idiota que es, cuando un idiota que parece gustarle le sonríe con disimulo... Y él... de él no se sabe nada sobre su vida en el amor.
Jugaron a no saber qué pasaba y nada pasó, y digo yo, a lo mejor va siendo hora de jugar a adivinar que fue lo que nunca pasó.
Ñoñería
Te amé intenso, sin piedad. Te quise a escondidas, para que no te asustaras. Te traté como a alguien cuando te hubiera tratado como a un héroe. Te lloré las noches que desvivías. Te escuché decir que la querías. Te sufrí por dentro, en el más puro estado de los estrógenos y su compañía. Me bebí la rabia y me tragué el dolor, de un solo sorbo. Llegué a morir. Se me murió el amor. Se me acabó el don de ofrecer sin recibir nada a cambio. Terminé esta historia. Terminé esta entrada porque no hay nada más que decir, esto terminó mucho antes de empezar. Siempre serás tú el primero que recordaré, no hay más.
Petición de amistad
Petición de amistad tal y cual. Pequeño ritual que se repite siempre. Llega alguien nuevo al lugar (bien, por fin tendremos nuevos cotilleos), presentaciones rápidas, palabras vacías (que con los conocidos también acostumbra a pasar) y una sonrisilla, a veces más trabajada que otras. Llegas a casa, te metes en facebook y entonces es el momento. Entonces es cuando llega a tu memoria un fugaz recuerdo de esa misma tarde, de esa presentación a la que no dabas importancia y que ahora te proporciona un "amigo" más en facebook, o la red social que sea, no vamos a ser racistas. Y entonces aparece también el problema, cuando te pones a recordar y decides agregarlo a tu cuenta te das cuenta (mira que gracioso me ha quedado) que no recuerdas su nombre. Típico. ¿Qué haces? Pues lo de siempre, vas al "amigos en común" de la persona que te lo ha presentado. Cuando por fin lo encuentras, antes de darle a enviar petición, inspecciones todas las fotos/comentarios/chorradasquenosirvenparanada que su cuenta con seguridad te permite. Y entonces llega ese click, le das a enviar y esperas. Él te acepta, obviamente. Sigues cotilleando, e incluso te atreves a dejarle algún comentario en los próximos días. Seguís hablando, y es perfecto. No sabes cómo, pero es perfecto. Mismos gustos, mismas aficiones. Frases superbonitas, solo para tus ojos bonita. Crees que tu media naranja ha vuelto para exprimir un zumo (malpensad gentuza, porque es para lo único que te quiere) y te enamoras como la tonta que eres, admítelo. ¿Por qué quién te iba a decir que eso te pasaría a ti? Eso que solo pasa en las películas.. Pues sí, maja, solo pasa en las películas. Porque todo es una farsa, porque el amor no se encuentra a la vuelta de la esquina, el amor no es algo que se cultiva en dos tardes de messenger y da su fruto en la tercera en cualquier acera. El amor, sé que no soy la más indicada para hablar, el amor, para mí, es algo que vive en la conserva. El amor es la conserva, es aquello que has conseguido mantener, es la atracción de la primera tarde equilibrada con la pelea de la última Navidad. ¿Amor a primera vista? ¿Por qué no? Puede que tu visualices a la primera que a largo plazo surgirá de verdad, eso sí sería amor a primera vista. (Esto último solo lo digo, escribo, para dejar claro que no es que no crea en el amor a primera vista, creo a mi manera.) Bueno, en fin, el amor es algo que cuando encuentres, desconocerás que lo has encontrado, sufrirás, dudarás e incluso odiarás. Todo lo contrario de lo que sentirás las dos primeras tardes en el messenger o la tercera en cualquier acera..
Jelou
Suficientes mentiras nos han contado hasta ahora...
Suficientes verdades nos han dolido...
Suficiente hartos hemos quedado de todo...
Pero todo, nunca es suficiente.
Jelou amores, espero no molestar mucho y darlo todo, aunque jamás llegue a ser suficiente.
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