domingo, 26 de febrero de 2012

Born to die

Nacemos para morir. Todos y cada uno de nosotros. Nacemos sin saber nada de esto y la vida nos condena a averiguar que este será nuestro destino, hagamos lo que hagamos. Y es entonces y solo entonces cuando nos reta. Cuando descubrimos cuál será nuestro final, que no es otro que la muerte, nos reta a disfrutar de ella, a aprovecharla al máximo. Casi se convierte en una competición contra las otros jugadores. A veces, hasta podría decirse que en una lucha. Y para variar, todo acaba mal. A unos les pierde el juego, los otros son demasiado competitivos, otros no se dignan a seguir las reglas y otros pocos no tienen ganas ni de jugar... Y la vida va pasando y nos va sacando ventaja. Y cuando queremos despegar, ella ya está muy por delante. Y la queremos alcanzar... Y es cuando nos damos cuenta de que no podemos dudar, que no podemos estar sufriendo siempre por el pasado o, peor aún, por el futuro. Debemos arriesgar, usar todas nuestras cartas, apostar. Lo sabemos. Y ahí está el peor de todos los problemas, saberlo, saber perfectamente que debes hacer y aún así no atreverte a apostar por un final, tener miedo a perder... Tener miedo a arriesgarlo todo al mismo número, aún sabiendo que no apostar por ninguno es el peor final, porque entonces es seguro que ya has perdido antes de empezar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario