Era el lugar perfecto. Estábamos en el sitio perfecto. Era el día adecuado, el momento idóneo. Un ambiente perfecto y tu sonrisa perfecta, como siempre. Estabas perfecto. Y yo estaba... yo estaba ahí.
Hubiera podido estar perfecta, me hubiera podido unir al momento, a la perfección de todo aquello, pero no lo hice. Y no fue porque no quisiera, mi corazón chillaba como un loco que quería entrar en esa atmósfera de perfección... pero allí estaba la malvada de mi cabeza con su uso racional poniendo fin a cualquier sueño.
Dos palabras, un sentimiento y valor. Eso era lo que faltaba, valor. Debía haber sacado fuerzas de donde no las había y ser valiente, luchar por mi felicidad. Pero ahora me doy cuenta de que soy una cobarde, de que no tengo ni idea de esto del amor, que no sé ni por dónde empezar... Y me doy rabia, y me da rabia. Y llora por dentro algo en mi interior. Y quiere salir. Y no sé qué hacer. Y seguiré así hasta averiguarlo. Hasta averiguar qué debo hacer para ganarme esa posición privilegiada en el mundo de la perfección, en la casa de la felicidad. Pero si os sirve de algo, prometo luchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario