domingo, 4 de marzo de 2012

Yo veía llover por la ventana.

Esa misma ventana por la que te había visto venir a ti tantas tardes. Esa por la que alguien hubiera podido espiar nuestro amor naciendo. Esa que guardaba tantos secretos. Y ahora solo veía las gotas caer, rápidas y veloces, pero sin alcanzar a mis lágrimas. Echaban una carrera, pero mi tristeza era tan profunda que siempre ganaba. Y yo ya no albergaba esperanza alguna de recuperarme de todo aquello, ya que esa ventana siempre iba a estar allí recordándome lo sucedido. Y podéis pensar, márchate a otro lugar... Y respondo a esto diciendo que qué más da... una ventana, una canción, una sonrisa... Siempre habrá algo. Todo me lo recordará. Porque los recuerdos no se van, se apaciguan con el tiempo, pero siempre permanecen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario